Esperando a Stefan

Entré sin ninguna prisa y me senté sin esperar invitación alguna.

-Ah, no hay demasiado que contar.-contesté.-Pasé un par de años recorriendo el mundo, las capitales y las grandes ciudades principalmente. Después, me encerré en mi casa con una gran cantidad de libros, todos adquiridos durante mis viajes. Tras un año, decidí experimentar lo leido en algunas novelas y, realmente, fue mejor de lo que los libros decían.-era obvio que hablabla del sexo.
-Y tu vida, James, ¿cómo fue?

Cursi, pensé. De no ser porque veía su esencia habria pensado que era un ángel.
-Qué bonito.-dije.-Siguiente pregunta.

Sonreí.
-Van de la mano, al menos en mi caso.-respondí.
Le miré esperando su respuesta.

Le miré pensativo.
-Quién lo iba a decir.-musité.-La lujuría no combina bien con el amor platónico.

-Tú dijiste que lo que sentías por mí era amor platónico.-le recordé como si al decir eso me hubiese insultado.-¿Alguna pregunta más?

Le miré.
-No.-mentí descaradamente.-¿Tanto te gusto? ¿Tanto te preocupa que tengas un rival en la mansión o, simplemente, que en otro tiempo pudiese haber habido alguien?

Gruñí, molesto por su torpeza, inocencia, o lo que diablos fuese esa actitud.
-Mejor.-repliqué.-Mucho mejor para mí si tus sentimientos hacia mí son insignificantes.

Me tapé la boca, ocultando así la sonrisa que se había dibujado en mis labios.
-De ser así, sería el peor Dios del mundo.- me sonrojé un poco debido al esfuerzo de intertar no reirme.-Me encanta cuando te pones así.

Me senté a su lado, en el borde de la cama.
-A veces, creo que pierdo el tiempo contigo y justo cuando pienso en dejarte a un lado me demuestras que vales la pena. Quiero saber cómo lo haces, James.

Le revolví el pelo suavemente.
-No parece que eso te moleste.

-Parece que no te hayas dado cuenta de como soy.-suspiré.-James, es fácil para ti preguntar eso porque me agradas y soy aceptablemente cordial contigo, cercano incluso... pero al resto, los ignoro o los trato con frialdad.-expliqué.
-No hay mucha gente que pueda decir que ha pasado tanto tiempo conmigo como lo pasas tú. Y, desde luego, no hay nadie que diga que me ha robado algún beso, sólo tú.