Mi refugio.

Entre en mi habitación y cerré la puerta de un golpe. Me tumbe en la cama y suspire, esto me pasaba por juntarme ángeles, que al final me ha acabado por gustarme.

Me fui de allí no estaba a gusto.

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Entre y cerré la puerta despacio, suspire, una vez dicho aquello ya no tenia que preocuparse mas.

Me quede inmóvil al verle dentro.
-Me puede decir que haces aquí.-le dije cabreada.-si te digo que no vengas es para que no vengas y no para que hagas lo que te de la gana.

Suspire furiosa.
-Vale, pero sal de mi habitación, necesito ducharme.-le dije.

-Como quieras.-le dije mientras me dirigía al baño y cerraba la puerta. Como lo hacia para sacarme siempre de quicio, me desnude y encendí la ducha, me metí dentro y disfrute de como el agua me relajaba el cuerpo. Cuando salí cogí la toalla y la puse alrededor de mi cuerpo y con la esperanza de que se hubiese marchado, pero no cuando abrí la puerta el estaba allí.

Pase a su lado con la toalla y mojada.
-¿Te vas a quedar a qui todo el día.?.-le pregunte molesta.

-Su dueña no quiere que estés aquí.-le dije.

Bien, genial.-le dije.-entonces vete.-

Estaba tensa, esto era diferente, intento soltarse.

-No se de que te ríes.-le dije malhumorada.-a mi no me hace ninguna gracia.-dije intentando sujetarse la toalla.

Fruncí el ceño.
-¿Que pretendes?.-le pregunte.

-Oh kevin, suéltame.-le dije.-no estoy de humor.-

No pude evitar sonreir.
-No.-le dije.-pero quiero dejar las cosas asi.-