Conociéndonos.

La lancé sobre la cama y me senté a horcajadas sobre ella desabrochando los botones de mi camisa todo lo rápido que pude. Cuando terminé pasé a los de la suya mientras la besaba. La alcé un poco para terminar de quitarle la prenda.
-Vamos muy bien, ¿no crees?-pregunté mientras una de mis manos se deslizaba por su pierna hasta acabar bajo la falda.

Enterré la cabeza entre su cuello y su hombro, besando y arañando con los dientes la distancia entre ambos. Acaricié sus pechos, dejando la mano ahí.
-Mmmm...-sonó casi como un ronroneo. Me tumbé encima suya y nos di la vuelta, quedando ella sentada sobre mí.-Entonces, sigamos.-terminé de desnudarla

Cuanto más descendía más me excitaba. Dejé que descendiese hasta donde quisiera.

Sabía que por la respuesta que le iba a dar no íbamos a terminar lo empezado por lo que, decidí calmarme.
-Sí.-respondí.

Suspiré.
-No, pero ¿por qué no hacerlo?-pregunté.

Puse las manos en sus caderas y nos hice dar la vuelta de nuevo.
-Eso está muy bien.-susurré. Acaricié sus labios con un dedo y, muy lentamente, fui descendiendo en línea recto por su cuerpo pasando por su cuello, sus pechos, su abdomen y finalmente su vientre... No diré que hice a continuación, ya que resulta evidente.
Miré su rostro fijamente en todo momento.

Sonreí al ver el placer y el éxtasis en sus ojos. Aparté la mano, me quité los boxer y, la hice mía. Me encantaba ese momento, cuando todos los músculos de mi cuerpo se contraian y relajaban a la vez. Sabía lo que ella debía estar sintiendo y lo que estaba a punto de alcanzar. Me pegué a ella todo cuanto pude.

Jadeé en voz baja en su oido al tiempo que desgarraba la piel de su muslo. Acallé sus gemidos con mi boca. Ambos respirábamos entrecortadamente y notaba la fina película de sodur que bañaba nuestra piel. Me aparté un poco para poder respirar.

Le permití hacer eso en lugar de apartarla. Me senté de rodillas en la cama sentándola ella a horcajadas. Rodeé su cuerpo con los brazos.
-No lo hagas, Elena.-advertí.-No es así.

-Engañarte.-contesté.

-Haz lo que quieras.-dije lavándome las manos en lo referente a ese asunto.

La quité de encima y entré en el baño para poder darme una ducha.Abrí el grifo y me metí bajo el chorro.

Cuando salí de la ducha unos veinte minuto después ella ya no estaba. Ni me fue ni me vino. Deshice la cama e incluso, cambié las sábanas con mis propias manos. Tras eso, abrí las ventanas permitiendo que el cuarto se ventilase. Me vestí sin complicarme mucho y salí a pasear.