La cosa dejaba mucho que desear

Me senté en uno de los riscos más apartados y de difícil acceso. Los primeros... comprobé el reloj, cuarenta y cinco minutos de mi nuevo estilo de vida habían dejado mucho que desear.
Observé las vistas que tenía ante mí solo por hacer algo. No necesitaba dormir, es mas si lo hacía era para evitar aburrirme y llevaba demasiados años encerrado y dormido como para volver a repetir tan pronto.

Sentí unos ojos fijos en mí. Ladeé la cabeza para poder mirarle de reojo y sonreí a medias.
-¿Puedo ayudarle?-inquirí.

Borré la sonrisa de mis labios y giré la cara hacia delante, otra vez. Me pusé en pie y salté cayendo ante él con total agilidad y elegancia.
-¿Y bien?-insistí. Introduje las manos en los bolsillos del pantalón a la espera.

Entrecerré los ojos ligeramente. Logan no era el único que había visto las intenciones de James.
-Gracias por el consejo.-murmuré.

Le miré largo y tendido.
-¿Qué te hace pensar que me equivoco contigo?-pregunté.

-Qué pena, resultaba más interesante cuando pensaba que sí debía preocuparme.-comenté avatido.

Chasqueé la lengua molesto.
-No vuelvas a llamarme así. Al menos, no si deseas cumplir tus intenciones, reina.-advertí como quien no quiere la cosa.-Además, ¿crees que voy declarando intenciones?-añadí adivinando lo que pensaba.

Me pusé delante de él y, agarrándolo por la camisa, lo estampé contra el risco.
-Mi turno. Mira, princesita, yo sí que te voy a dejar clara una cosa... si me sigues buscando las cosquillas acabarás mal.-expliqué con esa fría calma mil veces peor que cualquier tono de discusión.-¿Crees qué no pasar una noche contigo sería una tragedia para mí? No te lo tengas tan creido, los que más presumen son los que peor lo hacen.-le solté y antes de desaparecer deposité un pequeño beso en sus labios, a modo de recompensa por el entretenimiento ofrecido.
-Ahora sí; puedes irte.-mi voz se oyó como si aún me encontrase allí.